viernes, 16 de mayo de 2014

Disparos a quemarropa

Hay veces en la vida en las que nos intentamos proteger. Intentamos levantar un muro que nos salve de todas las miserias que sentimos cercanas, que nos tape la vista, que nos impida ver con claridad. Pero de lo que no nos damos cuenta es de que nos equivocamos. Si nos protegemos en dirección norte, la bala irá directa a nuestro corazón por la espalda, en dirección sur; si levantamos ese muro en dirección este, seremos atacados por el oeste, de espaldas, sin darnos cuenta. 


Pero, entonces ¿cómo debemos protegernos? La solución más práctica sería una burbuja gigante. Meternos en ella y que nada nos permitiera equivocarnos, estaríamos aislados y no tendríamos que sufrir en ningún momento por traiciones y desengaños personificados que acaban siendo el nuevo argumento para un libro de Federico Moccia. Ahora bien, la pregunta es ¿merece la pena no equivocarnos? ¿Cómo sería la vida sin equivocaciones? Sencillo, sería aburrida, monótona, sin ningún tipo de sobresalto. Y somos seres humanos, diseñados para sufrir voluntariamente. Porque claro, si todo va como la seda algo falla, nos aburrimos y a otra cosa mariposa. Si las peleas son constantes, con sus correspondientes reconciliaciones claro, y en la relación predomina una de cal y otra de arena, ahí sí, ahí nos estaremos enamorando, seremos felices pero nos seguiremos quejando. 


¿Somos masoquistas? Quizás sólo estúpidos. Nos han enseñado que lo que fácil llega fácil se va, que si algo quieres algo te cuesta, que no hay mal que por bien no venga. Nos han enseñado que el camino fácil no conduce a ningún destino perfecto, que cuantas más piedras, baches, surcos, precipicios y pistoleros haya por el camino mucho más feliz acabarás siendo. 



  ¿Merecerá la pena pasar por un calvario para conseguir aquello que queremos creer? Puede que sí. Puede también que solo nos estemos engañando a nosotros mismos. Igual lo que deberíamos hacer es dejarnos de tanto Carrie y Mr Big y empezar siendo nosotros mismos. Empezar a escuchar Vis a Vis y saber que hay que dejar por escrito que no vas a abandonar, ya sabes, para asegurarte, para no recibir un tiro, para que no te disparen por la espalda. Para saber que ni el bueno es tan bueno ni el malo es tan malo. Para dejar claro que París siempre es una buena opción, que el postureo se lleva hasta un cierto punto y que perdiendo también se gana. Que donde hay fuego no siempre quedan cenizas y que si lo bueno breve, dos veces bueno. Que más vale prevenir que curar y que también hay que aprender a retirarse a tiempo. Ya sabes, para que no te disparen y no puedas seguir, para que puedas hacer lo que siempre has querido, para que puedas sentir lo que todavía no has sentido. Para ser feliz. 


Mientras tanto seguiremos sumergidos en amores que rozan el crimen pasional, en tardes de helado contándoselo a nuestras amigas rezando para que vuelva, en respuestas que ni dicen si, ni no, ni blanco ni negro. Eso sí, felices por habernos cruzado en nuestro camino con un experto tirador.


 PD: para todos los que alguna vez han disparado a quemarropa, para todos los que han sufrido el disparo: tú no eres los errores que has cometido, tú eres cómo los has solucionado.



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